Me gustaría decir que soy fan de este pedazo de trio desde sus inicios, pero la casualidad me llevo a descubrir a Girl Ray: estaba pasando vídeos de una newsletter (creo que dodMagazine) y sonó por casualidad este tema.
Me gustó la guitarra rítmica con la mecha de Curtis Mayfield, el descaro y ese buen rollo que se marcan, y la vez la constancia en el desarrollo de la canción sin llegar algo extremadamente rígido. Poppy Hawkin, Iris McConnell y Sophie Moss deberían ser consideradas parte de la realeza artística británica y joyas londinenses del indie. Power pop lleno de R&B, funky espíritu mod.
Entre mis proyectos para esta primavera está acabar de escuchar otra vez el álbum de Kim Carnie And So We Gather y dedicarle una entrada en la sección de discos seleccionados que son fundamentales en nuestra discoteca pero no se hablan lo suficiente de ellos.
Kim proviene de Oba, Escocia, y tiene en su bagaje musical eones y eones de canciones tradicionales, baladas preciosas y emotivas epopeyas románticas, como este tema. Y lo mejor es que cuenta con Donald Shaw como productor, que sabe explotar muy bien su carácter delicado y versátil con una instrumentación atemporal que no desentona con la voz de Kim.
Y si fuera poco, en este vídeo tenemos a la bailarina contemporánea Jennifer Steele recreando la canción de Kim con una preciosa coreografía. Me apuesto, amado/a lector/a, que vas a ver este vídeo en bucle todo el fin de semana.
Los viernes y estas mini entradas son para buenos pensamientos, amado/a lector/a, y hoy quería recordar lo bueno que es la existencia en esta piedra giratoria llena de gatitos y buenas canciones que es la Tierra.
He descubierto tarde a Surf Curse, así que toca recuperar el tiempo perdido pinchando al menos dos veces por semana su álbum de 2019 Heaven Sorrounds You, y casi diario su tema «Disco», que es tan dulce, pegadizo y a la par triste. Una sesión discotequera con Robert Smith, como me refiero a este tema. Si bien este disco presenta a unos Nick Rattigan y Jacob Rubeck más recatados y armonizados, con arreglos e instrumentación más complejos que sus primeros discos, sus letras (auténticos haikus cinéfilos y emocionales), sus estribillos y melodías juguetonas y su pasión en todas sus interpretaciones son alicientes para reproducir este trabajo muchas, pero que muchas veces.
Elegir una canción particular es difícil, pero este canto a la amistad, “Jamie”, que termina con uno de los crescendos más épicos que he escuchado en estos meses, la hace perfecta para ocupar su puesto aquí. No seríamos nada sin esos amigos que te ayudan a levantar el ánimo en tus peores momentos. Yo soy muy afortunado de tener no pocos: Fran, Marta, David, recientemente Álvaro, mi compañero de trabajo, que hacen que mi vida sea buena.
Es viernes… ¿Qué tal un poco de Henry Jamison para pasar el fin de semana? Hace poco apareció The Years, su nuevo álbum, muy en su línea: cuidadas melodías, coros femeninos muy equilibrados y cuerdas preciosas.
Mientras lo escucho vamos a su disco de 2019 Gloria Duplex, en el que da muestra de todas sus habilidades para crear canciones bellas y delicadas sobre la masculinidad, femineidad, soledad y la tristeza.
Ya sabes, amado/a lector/a, que cuando Kevin Morby saca disco capara los Friday Pin y se hace con ellos. Y últimamente This Is a Photograph se ha convertido en un de los mejores discos de lo que llevamos de año y un clásico en esta casa.
Y ya que escuchamos el precioso dueto con Erin Rae en «Bittersweet, TN» vamos a escuchar su gemelo musical en el de Erin Lighten Up, trabajando codo con codo con Kevin, Jonathan Wilson y Andrew Combs. En él, las voces de Kevin y Erin se van alternando con baterías, un slide made in Nashville, piano honky y banjo mientras la protagonista de la canción busca un lugar en el que escuchar su propia voz del murmullo y ver las estrellas, que le es imposible. Una alegoría a la búsqueda personal, creo yo. Gran parte del disco de Erin se centra en iluminar esas facetas y recodos de su ser que ella misma desconoce.
El vídeo del tema es precioso. Tenemos a Kevin y Erin atravesando las calles de Nashville, en la línea errante de la canción, y delante de sitios emblemáticos como los estudios de Sun Records o la estatua de Elvis.
El miércoles de la semana pasada recibí un mensaje de Raquel. Me llamaría cuando llegaría a casa. Yo estaba saliendo de clases y mirando mi teléfono: buscaba un mensaje de Eva. Estábamos enfadados y se iba a casa de sus padres. Así que yo estaba emocionalmente hecho un culo, no me había afeitado en casi diez días y tenía una pinta de mendigo Hank, que vive en las estaciones de autobuses, viaja en el tiempo y ofrece sórdidas mamadas para pagarse el vino peleón que le permite estos viajes temporales.
Así que, con mi pinta de mendigo, subí a hablar con Raquel. Se iba a Sevilla con su nuevo novio y las hijas y quería que le cuidara del gato. Ya había estado con Kika previamente, me lo había pasado bien y tenía una excusa para ir a trabajar sin que me molestaran en casa. Me estaban tasando el coche y Andrea se largó de vacaciones tras una discusión que tuve, así que estupendo, tenía un refugio por unos días. Acepté sin pensarlo. Adoro a Kika y quedarme en casa dándole vueltas a la cabeza ya me estaba matando.
Kika al tercer día, mientras escuchábamos a Van Morrison.
Bueno, amado/a lector/a, vamos a hablar un poco de mi pasado en este nuevo capítulo de mi vida, que tiene que ver con las cartas. Me encanta escribir cartas; lamentablemente, parece que a la gente de hoy en día no le hace puñetera gracia recibirlas y mucho menos leerlas.
Cuando era joven leí en la biografía de Dylan Thomas que dedicaba, al menos, tres horas a la tarde a escribir cartas. Lo hacía con tanta rigurosidad como la que se exigía en escribir sus poemas. La comunicación con las demás personas de su entorno: su madre, su mujer, profesores y otros escritores, era algo que no descuidaba. Y lo entiendes: escribir cartas es maravilloso. Le comentas a una persona no una cosa en concreto sino una emoción, un pensamiento, una anécdota… puede que hasta las tres cosas, o más, y desarrollas una historia, un fin. No es un mero mensaje de WhatsApp, un SMS con un «Onde estas?» que le envías a tu hermana en Ikea. Una buena carta es en sí un breve ensayo y un pequeño cuento.
Hace poco le escribí una a la madre de mi nueva pareja, Eva, la señora Doña Sagrario. Llevaba unos días difíciles con su hija, que desaparecía, se negaba a hacer cosas conmigo alegando «infidelidad a su padres» y, como me preocupé, le conté en ella que cuidaría de su hija, que la quería y quería saber qué pasaba. Y… se acabó mi relación.
Así que estos días, entre culparme y preocuparme, saqué un poco de tiempo para escribir algunas entradas. Y haciendo memoria estaba pensando en las cartas que he escrito y han sido importantes en mi vida. Por supuesto, todas han acabado bien (salvo ésta), vamos a centrarnos en la música que estaba escuchando en esos momentos importantes. Si no me he acordado del sonido exacto, le asigné una canción concreta al recordarlo.
Johannes Vermeer, «Mujer escribiendo una carta con sirvienta». Imagen tomada de Wikipedia.
Últimamente no he redactado nada nuevo de mi autobiografía (pendiente de autorización). Como tengo un futuro lleno de retos, cosas que vivir día a día y mucho cariño no he vuelto al pasado. Pero lo típico: estas leyendo mientras escuchas música desde Spotify, cosa que odio, y te recuerdan que tenías una lista con el nombre «Primavera 2020». Te rascas la cabeza y te preguntas: «¿ese año hubo primavera?».
¡Nuestro primer Friday Pin del 2022, amado/a lector/a. Esta entrada me hace mucha ilusión. Tras unos días de bajón anímico en los que no he podido trabajar bien por fin puedo compartir y hablar de la música que me gusta contigo.
Y para estrenar esta temporada de Friday Pin, voy a poner un corte de la banda sonora de la serie Mr.Corman que he disfrutado como nunca. La serie se centra en las desventuras de Josh Corman (interpretado por un fantástico Joseph Gordon-Levitt) un profesor, estrella de indie-rock venido a menos, que tiene que lidiar con la ansiedad, el rechazo amoroso, los problemas familiares y la muerte de un amigo. Ah, sí, y una pandemia mundial (es llamativo pensar lo mucho que cambió nuestra mentalidad en muy poco tiempo).
Lo bonito de la serie es que, por medio de la música, consigue centrar su vida. Los momentos en los que vuelve a su estudio, guitarras y pianos son fantásticos, y vienen seguidas de un aprendizaje. La canción del último capítulo es una apoteosis de la creación del protagonista.
Hoy suena «So Long», con la que abre un capítulo en el que explota varias posibles líneas argumentales dependiendo de si Corman hubiera tenido hijos, su madre no se hubiera divorciado… o muriese. La canción es un dueto con June Temple, que hace de su novia e integrante de su antigua banda. La música de Nathan Johnson, llena de capas y collages sonoros, como los del personaje de Corman, aporta ese toque singular, y las voces de June y Joseph sincopan a la perfección. Te derrites al escucharlos: «Sé honesto, sé honesto conmigo».
¿Hablamos de Wilco en esta sección luminosa del blog? Pues sí, en efecto, a nuestros amados Wilco. Recuperar de vez en cuando sus trabajos es necesario para obtener un chute de belleza abstracta y sensitiva marca Tweedy y cía.
Hará unos meses en un grupo que tengo para hablar de música en Telegram salió, como una estrella fugaz, un chico de Villaviciosa que me decía que la introducción de «Impossible Germany» y como se sincopan Jeff y Nels Cline le recordaba mucho a la música serial de Steve Reich. Hablamos a las dos de la mañana de Jeff, de su música y las implicaciones e inspiraciones que tuvo en el indie y el folk, así como de Pat Metheny o David Byrne. Ya veis mis participaciones en la red. «Ahora sé que hay alguien escuchando», reza con optimismo esta canción.
Despareció al día siguiente, su cuenta se eliminó, pero siempre estará «Impossible Germany» y sus cuerdas tan minimalistas que nos atrapen los recuerdos. Ojalá estés leyendo esto, chico de la Villa que no llegué a conocer, pega un grito para agregarte al was.
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